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Yo Rechazo

Esta columna será un tanto distinta a las escritas anteriormente. Puede transformarse básicamente en un relato de lo que ha sido mi historia y experiencia de ser chileno, o bien, una especie de declaración de principios asociada a la coyuntura política. O ambas incluso. Nací en Octubre de 1990, apenas siete meses de haber comenzado la transición a la democracia. Crecí en un país donde el ejercicio de la cautela y la sensación de ir tentando suerte en política era cosa frecuente; mal que mal Pinochet era un actor político y militar de rol protagónico en la escena, y la sociedad era, al menos, lo suficientemente consciente de vivir en un ambiente feble. No pocos se alarmaron y angustiaron tras el asesinato de un senador de la república en 1991, un hecho sin precedentes. Sin embargo, conforme pasaron los años se observaba un ambiente político institucional que, a pesar de sus conflictos, errores y disensos diarios, se encargaba de trabajar por resguardar y hacer prevalecer el sostenido fu
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Chile: El miedo a la verdad

Contrario a lo que muchos desearían (especialmente aquellos viudos de las sinecuras y la tierra pro(gre)metida) resulta sumamente fácil, pero completamente inútil sumarse al carro sociológico- político de lo que sucede en Chile hoy. El país se enfrenta a uno de los rasgos más oscuros y perniciosos del ser humano: el miedo. Y el peor de todos es el miedo a la verdad. Entendemos dicho concepto como aquel componente que se sustenta en todo acontecimiento indesmentible y respaldado por evidencia histórica. Es justamente por esas razones que no se logra compartir y menos aún empatizar con el catálogo de peripecias que miles de chilenos han intentado exponer tras manifestaciones, violencia, demandas y actos insurreccionales; entre otras cosas porque las soluciones a dichos problemas requieren un carácter de retroactivo porque son, en parte, los costos de las decisiones que se toman, y que pareciera ser, no tenemos el interés y/o capacidad de enfrentar. Así las cosas, a simple vista resul

Chile, la alegría NO viene

A propósito del aniversario del triunfo del NO que hace 30 años votaron casi 4 millones de Chilenos y que estableció el fin del periodo de Augusto Pinochet en el poder un 11 de Marzo de 1990, resulta desconcertante a lo menos observar con estupor el grado de barbarie intelectual y moral de algunos políticos de nuestro país que posan de estandartes de la democracia, y que aspiran a ostentar especies de títulos nobiliarios políticos que jamás han sido y les serán propios. Muchos de ellos versan de la importancia de la democracia para nuestro país aún no siendo demócratas ni comportándose como tales. Por el contrario, muchos dejan entrever a veces una clara vocación totalitaria respecto del ejercicio del poder y el desempeño que anhelan alcanzar en la actividad política. Muchos de ellos hoy celebran un triunfo que les es ajeno. Muchos apostaron de manera permanente por la vía armada. Muchos de ellos, en las décadas del 60 y 70 se aprestaban a conquistar por asalto y violencia el poder

11S: Lección reprobada

Podemos pasar años de años repitiendo lo mismo, lamentando muertos políticos de todos los espectros, revisando y conmemorando hechos que nos dividen aún más de lo divididos que somos. Lo cierto es que son pocas las cosas que a los chilenos nos definen con clara nitidez (a proposito de una canción escrita por Víctor Jara, Ni chicha ni limoná,  que metafóricamente retrata nuestro comportamiento). Una de ellas es ciertamente la hipocresía. Génesis Parto por aclarar que me auto-defino como demócrata, partidario de un gobierno liberal-libertario y afín a la construcción de una sociedad minarquista. Es por esa razón,  que me tomo la libertad para manifestar mi más profunda convicción respecto a que nuestro país fracasó aquel Martes 11 de Septiembre de 1973. Más que terminar un gobierno, más que poner fin a una república presidencial, y más que ver trizarse la carta magna que imperaba desde 1925, se desnudó la mediocridad política de una nación que, en plena guerra fría, fue conducida por

América latina: doble moral

Mucho se habla del carácter de ser racional del ser humano, además de otras particularidades que permiten distinguir su condición del resto de los seres vivos. Apelando entonces al carácter racional del hombre se considera casi evidente el desarrollo de elementos como la lógica, la razón, la consistencia, coherencia y un hilo conductor ligado en su pensamiento de principio a fin. Lo cierto, sin embargo, es que no todo lo que proviene de nuestras acciones y creaciones emana de nuestro carácter racional. No es de extrañar entonces la actitud de dirigentes políticos -so pretexto de ser verdaderas eminencias en el palabreo cantinflero-  en toda América latina cuyos instintos más primitivos los llevan a medir o juzgar iguales circunstancias con distintos parámetros. No digas tú, di nosotros. Giuseppe Mazzini no lo pudo sintetizar mejor. Es justamente la idea de despojarse del carácter de individuo independiente y digno por esencia y asumir un proceso de auto-reconocimiento de sí como pa

Espiral de Idiotez

Hacer una revisión exhaustiva de la historia de la mujer en el mundo podría tardar incontables horas. Desde Cleopatra, pasando por Anne Boleyn, Madame Pompadour, Marie Curie, Valentina Tereshkova, entre otras...nos encontramos con las más prístinas y variopintas historias de personajes cuyas obras, aciertos y errores configuran un perfil histórico, social y político que dista mucho de aquel que intentan enarbolar las feministas radicales de la tercera ola que pululan en las calles de nuestro occidente, exhibiendo una irascible personalidad, que para colmo de males, se obstina en tratar de ajustar una concepción de mujer y de universo que bajo ninguna lógica se sustenta en un mundo cada vez más feble. ¿En qué quedamos? Si hay una característica que se destaca en la revisión histórica de la lucha que muchas mujeres dieron en el pasado, es la búsqueda de la independencia y libertad verdadera. Por lo anterior nos referimos a aquella libertad que, además de abarcar la valentía de ser un

Nosotros...los otros...

Si tuviéramos que asimilar lo ocurrido en los últimos siete años en Chile a algún fenómeno de la naturaleza no habría lugar a dudas que todo se ha tratado de un torbellino. Las feroces revueltas del clima mental del populo  han desnudado un golpe de timón que, de llevarnos por una senda con tropiezos a una cierta estabilidad social, económica y política, cambió sus directrices. Hoy, no pocos vociferan su amarga preocupación por lo que consideran una errática senda tomada por nuestro país a un clima general cuyos principales exponentes son la hostilidad, el odio, y el resentimiento. Como alternativa, no se alzan ni los más prístinos retazos de algún elemento que pudiera, siquiera, aletargar dicha preocupación El problema mayor, sin embargo, es la extrapolación de cetros sobre los cuales se desplazan los dirigentes políticos y sociales que pululan en el Chile de hoy. Ello se ha gestado a través de todos los tiempos, y en nuestros días no será la excepción. Si algo caracteriza a quienes