Han pasado miles de años desde aquel instante en que Moisés recibiera los diez mandamientos en el Monte Sinaí. Todo aquello que quedara escrito en dichas piedras era considerado sagrado, y quién no siguiera o incumpliere uno o más de dichos dictámenes podía pagar con distintas penas que podían incluir la propia vida.
Por el contrario, en el mundo que hoy vivimos, es cada vez más probable cuestionar creencias, plantear cuestionamientos e hipótesis a millones de fenómenos, así como también descubrir nuevas alternativas y formas de vida. Por lo mismo, no deja de ser alarmante que aún existan personajes políticos cuya cosmovisión del mundo esté centrada en un credo y una forma de llevarlo a la práctica tan ferviente y cerrada a lo que la realidad es capaz de demostrar, sobrepasando con propiedad las convicciones personales. Es justamente lo ocurrido con Michelle Bachelet 2.0, su creación denominada Nueva Mayoría y las consecuencias del pernicioso "legado" del que tanto ufana todo aquel que la rodea.
El Problema
Lo esencial en todo este asunto, sin embargo, es lo necesario de comprender cómo es que se llega a este estado de cosas. El elemento vital se denomina "convicción". Una vez que se realiza un diagnóstico del país de forma tan selectiva, se procesa como cierto e incombustible todo aquello que se ha descubierto. Ergo, se está en condiciones de echar a andar una retro-excavadora que, en aras de cumplir los objetivos establecidos, tiene la obligación de trabajar a tope máximo por destruir todo aquello que entorpezca la instalación de reformas, medidas, y ejercicio de facultades discrecionales que permitan hacer realidad las verdades reveladas que se aspira a alcanzar.
La piedra de tope, sin embargo, se haya cuando con majadera insistencia se insiste en una fórmula probadamente fracasada, que consiste en re distribuir riqueza y re definir los márgenes en los que se mueve el estado para alcanzar esa verdad sin resolver un problema que es fundamental, la creación de los recursos que permitan correr dicho margen. En una sociedad responsable con los planteamientos que se auto impone, resolver el financiamiento o costo de las decisiones políticas y económicas es una base fundamental de su progreso. Esta base fue la que olvidó (u omitió) el gobierno saliente, en aras de la antes mencionada convicción.
Una curiosa herencia
El resultado de esa omisión no podía sino desencadenar un efecto que, además de hacer que Chile perdiera su categoría de acreedor neto y se convirtiera en un país deudor, terminara por atiborrar de incertidumbre la inversión privada, el aumento del desempleo, el ahorro, y la diversificación de la productividad de la nación.
Dichos resultados negativos se pueden extrapolar con facilidad a otros ítems en que la administración Bachelet quedó al debe; nombrarlos uno por uno ciertamente podría tornar eterna la lectura de este comentario. No obstante, bastaría con señalar que el aporte que realizó doña Michelle y su conglomerado a la defenestración de las instituciones de la república y al desprestigio político en su definición y desempeño fue vital. Es ahí donde toma sentido el referirse a la estrategia de la verdad revelada, pues ésta tiene el carácter de situar a quién desea lograrla en una especie de otridad donde no está permitido escatimar en costos a pagar (que por cierto pagarán otros a futuro) y además permite acceder a la posibilidad real de proyectar otro eventual período a futuro bajo la consigna de haber entregado un legado.
Transposición conceptual
Ante todo, no podemos olvidar que un legado es algo positivo o de beneficio que alguien deja a otro(s). Teniendo aquello en consideración, resulta difícil referirse a un legado cuando se deja un país con cuentas estratosféricas por pagar a las futuras generaciones, padres con la posibilidad de elegir la educación de sus hijos minada, expansión progresiva e injustificada del aparato estatal, correligionarios premiados con cargos de por vida sin asumir las responsabilidades políticas de dejar morir miles de niños en centros de menores en todo el territorio, funcionarios de confianza focalizados en obtener bonos de incentivo a retiro en desmedro de rendir cuentas de su paupérrimo desempeño en sus respectivas carteras, o dádivas estatales regresivas.
Terminada esta semana, Michelle y compañía volverán a sus respectivas casas de reposo para progresistas en apuros -llámese ONU, CEPAL (a la que ya ingresaron ex ministros)- mientras el país asuma la no menor tarea de comenzar a revisar y rearmar los cimientos de una ruta cuyo destino al desarrollo no será fácil de volver a tomar. Con todo, no sería de lo más republicano y útil terminar por repudiar o desear el mal a los autores de tan feble orquesta. Ya es hora de que tomen sus maletas y desembarquen a la brevedad en sus nuevas aventuras. En caso de no saber más de ellos, sólo se les puede entregar un último recado. Se non ti vedo piú, felice morte.
Por el contrario, en el mundo que hoy vivimos, es cada vez más probable cuestionar creencias, plantear cuestionamientos e hipótesis a millones de fenómenos, así como también descubrir nuevas alternativas y formas de vida. Por lo mismo, no deja de ser alarmante que aún existan personajes políticos cuya cosmovisión del mundo esté centrada en un credo y una forma de llevarlo a la práctica tan ferviente y cerrada a lo que la realidad es capaz de demostrar, sobrepasando con propiedad las convicciones personales. Es justamente lo ocurrido con Michelle Bachelet 2.0, su creación denominada Nueva Mayoría y las consecuencias del pernicioso "legado" del que tanto ufana todo aquel que la rodea.
El Problema
Lo esencial en todo este asunto, sin embargo, es lo necesario de comprender cómo es que se llega a este estado de cosas. El elemento vital se denomina "convicción". Una vez que se realiza un diagnóstico del país de forma tan selectiva, se procesa como cierto e incombustible todo aquello que se ha descubierto. Ergo, se está en condiciones de echar a andar una retro-excavadora que, en aras de cumplir los objetivos establecidos, tiene la obligación de trabajar a tope máximo por destruir todo aquello que entorpezca la instalación de reformas, medidas, y ejercicio de facultades discrecionales que permitan hacer realidad las verdades reveladas que se aspira a alcanzar.
La piedra de tope, sin embargo, se haya cuando con majadera insistencia se insiste en una fórmula probadamente fracasada, que consiste en re distribuir riqueza y re definir los márgenes en los que se mueve el estado para alcanzar esa verdad sin resolver un problema que es fundamental, la creación de los recursos que permitan correr dicho margen. En una sociedad responsable con los planteamientos que se auto impone, resolver el financiamiento o costo de las decisiones políticas y económicas es una base fundamental de su progreso. Esta base fue la que olvidó (u omitió) el gobierno saliente, en aras de la antes mencionada convicción.
Una curiosa herencia
El resultado de esa omisión no podía sino desencadenar un efecto que, además de hacer que Chile perdiera su categoría de acreedor neto y se convirtiera en un país deudor, terminara por atiborrar de incertidumbre la inversión privada, el aumento del desempleo, el ahorro, y la diversificación de la productividad de la nación.
Dichos resultados negativos se pueden extrapolar con facilidad a otros ítems en que la administración Bachelet quedó al debe; nombrarlos uno por uno ciertamente podría tornar eterna la lectura de este comentario. No obstante, bastaría con señalar que el aporte que realizó doña Michelle y su conglomerado a la defenestración de las instituciones de la república y al desprestigio político en su definición y desempeño fue vital. Es ahí donde toma sentido el referirse a la estrategia de la verdad revelada, pues ésta tiene el carácter de situar a quién desea lograrla en una especie de otridad donde no está permitido escatimar en costos a pagar (que por cierto pagarán otros a futuro) y además permite acceder a la posibilidad real de proyectar otro eventual período a futuro bajo la consigna de haber entregado un legado.
Transposición conceptual
Ante todo, no podemos olvidar que un legado es algo positivo o de beneficio que alguien deja a otro(s). Teniendo aquello en consideración, resulta difícil referirse a un legado cuando se deja un país con cuentas estratosféricas por pagar a las futuras generaciones, padres con la posibilidad de elegir la educación de sus hijos minada, expansión progresiva e injustificada del aparato estatal, correligionarios premiados con cargos de por vida sin asumir las responsabilidades políticas de dejar morir miles de niños en centros de menores en todo el territorio, funcionarios de confianza focalizados en obtener bonos de incentivo a retiro en desmedro de rendir cuentas de su paupérrimo desempeño en sus respectivas carteras, o dádivas estatales regresivas.
Terminada esta semana, Michelle y compañía volverán a sus respectivas casas de reposo para progresistas en apuros -llámese ONU, CEPAL (a la que ya ingresaron ex ministros)- mientras el país asuma la no menor tarea de comenzar a revisar y rearmar los cimientos de una ruta cuyo destino al desarrollo no será fácil de volver a tomar. Con todo, no sería de lo más republicano y útil terminar por repudiar o desear el mal a los autores de tan feble orquesta. Ya es hora de que tomen sus maletas y desembarquen a la brevedad en sus nuevas aventuras. En caso de no saber más de ellos, sólo se les puede entregar un último recado. Se non ti vedo piú, felice morte.
Comentarios
Publicar un comentario